lunes, 13 de mayo de 2019

isla

Mi padre 
Me nombró Soledad
por una isla 
de la que poco sabía él 
hasta la guerra 
Dijo un día que la patria
va más allá de todo
y por eso explicaba
su deseo de partir como voluntario
a pesar de yo estar en camino
o mi hermana tener dos años
Siempre imagino
la furia
de mi madre
aquellos días
Y se cierne sobre mi nombre
una pulseada de deseos
Mi padre no pudo llamarme Malvina
pero me llamó Soledad
Mi madre impuso el nombre de la potencia
porque eso significa Carolina
De todas formas
siempre sentí que mi fuerza
nacía de la soledad
de ahí el arte, la palabra, el fuego.
Puedo ver la fortaleza de la tierra
blandeada por el Atlántico
y el frío de la trinchera
cuando pienso en mi nacimiento
Me urge en la lengua
hablar de todos esos muertos
Es que traigo en el nombre
la fuerza de una isla.

posición

  • Por más que insista
    no hay manera
    de hallar una posición propicia
    para el descanso
    o el consuelo

    Intento quitarme del mundo
    porque pesa 
    pero el mundo puede más
    se impone sobre mis músculos
    se erige entre mis huesos

    Una y otra vez
    hago el ejercicio de ponerme por debajo
    del dolor de la tierra
    pero es ella la que vuelve a mí
    y me desata la lengua 

    Tengo que hablar del hambre
    y también de la locura
    Tengo que decir
    hay miles que mueren aplastados por gigantes

    Solo así comprendo
    la trampa en la que caigo
    como una niña:

    Mamá, me duele la panza
    pues solo como veneno
    Mamá, tengo miedo de la noche
    y ya no duermo
    porque nos quedamos sin aire
    y sin refugio

otoño

Recién soñé con mamá 
estaba en su nueva casa
en un barrio que parecía del conurbano
había muchas plantas 
las habitaciones eran cálidas 
Yo miraba una mesa vieja 
y pensaba que ese podía ser
un buen espacio para escribir
para mí
Los árboles de la vereda
perdían sus hojas
así que también era otoño
en el sueño
mamá tenía su mesa
junto a un fresno donde leía y escribía
una mano en el tronco del árbol
otra en el papel

como si anotara lo que el árbol tenía para decirle
Yo merodeada a su alrededor
como un gato
como siempre hice
y espiaba a unos niños que jugaban a la pelota
en unos edificios destruidos
vi otros que corrían por vías abandonadas
y en un local estaban dando clases de música
adultos e infantes
con la cara pintada con símbolos
cantaban en ronda
Y aunque me pareció absurdo
también vi a una señora que hacía su propia ropa
los moldes de camisa y polleras
desplegados en la vereda
Alguien pasó hablando por teléfono
pronunció un nombre
dijo llaman desde lejos
y mamá le dijo andá a avisarle a Gonzalo
Y supe que estábamos en un lugar
donde los muertos no mueren
porque Gonzalo murió hace un par de meses
tenía noventa años.
Mientras me engañaba creyendo que otra
había sido la historia
y al final mi madre había vencido
al cáncer
tomaba una pollera de las que hacía
la vecina y se la imaginaba puesta
Esta es para mamá pensaba
Un golpe lejano
me dio la certeza
de que todo era un sueño
de que mamá murió con dolor
de que el cáncer había ganado la batalla
Me largué a llorar como niña
perdida en el bosque
la llamaba
pero ella ya se había ido
Me abracé al árbol
lloré hasta despertarme
Y tardé en separar sueño
de vigilia
convencerme que en este mundo
también es otoño
hay niños que ríen
y juegan en las ruinas